Hay que estudiar algo con porvenir,
hay que buscar algo para escapar.
Una carrera con salida
de las miserias de la vida.
Febrero está aquí, eso significa que muchos especimenes pseudo-estudiantes, entre los que yo me incluyo, nos refugiamos en cavernosos refugios para alimentar nuestras hambrientas quijoteras ávidas de conocimiento. Parece una noble causa, pero ni mucho menos. Detrás de este afán de sabiduría se esconde una triste realidad. Casi todo el que estudia una carrera lo hace para obtener el preciado título. Sí, ese que nos convertirá en diplomado/licenciado/ingeniero en… y del que podremos fardar en nuestra vida curricular. Porque de eso se trata, o así se lo toma cualquier estudiante de los denominados genéricos, cada asignatura se considera como un obstáculo que se interpone entre el estudiante y su vil título, cuando la verdadera recompensa debería ser la experiencia y sabiduría adquirida en el camino.
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El mercado laboral pronto va a necesitar
gente con preparación, más competitividad.
No pensar ni criticar, sumisión, adaptación.
Y llaman universidades a criaderos de mutantes.
Y en eso nos convertimos, progenie mutante. Adaptados por y para la sociedad productiva. Somos maquinaria del denso tejido industrial. No se tiene en cuenta quienes ni cómo somos, el título es nuestra carta de presentación, o al menos suele ser así, que generalizar es de ineptos.
Hace unas semanas, creo que fue la noche del advenimiento anual de JC, andaba con P y A discutiendo que quien sería más digno de halagos: un lobo de mar, curtido en mil batallas y conocedor de medio mundo, o un ilustré erudito que tiene en su poder cuantiosas cantidades de conocimientos adquiridos de las mejores bibliotecas. Este último es también conocido como rata de biblioteca, sin que el símil con el roedor menosprecie su candidatura. Pues, en un principio, y supongo que debido a nuestras distintas personalidades, A se decantó por el lobo de mar y P y yo por el erudito.
Analizando fríamente las dos opciones a barajar, se pueden encontrar argumentos para apoyar a los dos candidatos. Porque de qué sirve saber de la vida sin experimentarla, y por otro lado, sin apoyarte en lo que otros ya han aprendido volverás a caer en sus mismos errores. Parece que la discusión puede sintetizarse de la siguiente forma: qué es más valioso, descubrir mediante la experiencia o mediante el aprendizaje teórico. Un equilibrio parece lo más sensato. Cada persona debe balancear teoría y practica hasta encontrar el punto donde se encuentra más confortado. Siguiendo con la discusión, A me mostró argumentos para me rindiera a su evidencia y diera mi apoyo al lobo de mar. Fueron bastante convincentes, pero, aun así sigo buscando mi equilibrio.
Cumple y estate calladito y ganarás tu dinerito.
Hoy la mafia empresarial decidió tu bienestar
Un esclavo de nivel preso de un ordenador.
Tu corazón es sometido para el sistema productivo.
Pues si, es difícil salir del engranaje social preestablecido. Tú y yo, como todo hijo de vecino, sabemos que acabaremos terminando nuestros estudios, encontrando trabajo, comprándonos el coche y pagando la hipoteca. Porque es lo que no ha tocado vivir. Pero, tanto estudiar, tanto estudiar… no sirve de nada si no disfrutas de la vida. Leí hace tiempo, no recuerdo dónde, que se debía pensar cada mañana al levantarse si te gusta lo que tienes que hacer ese día, si es que sí, vas bien. Si no es así pero no puedes evitarlo, te jodes ese día. Si pasa mucho tiempo y sigue sin gustarte lo que tienes que hacer: ¡QUÉ SE JODAN OTROS!
1 comentarios:
"Los europeos, después de la Edad Media y el Renacimiento, buscaron solamente el intelecto y abandonaron la práctica por el cuerpo. Los teólogos solamente desarrollaron imágenes en el cerebro. Así, la civilización europea cayó en el error. Cristo amaba la práctica; la verdadera religión existe en la práctica, como la verdadera filosofía existe en la filosofía."
-Taisen Deshimaru.
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