miércoles, 18 de febrero de 2009

PFC: Presentación

Inteligencia Computacional para Jugadores No Hms pacmman2umanos de Videojuegos, este es el nombre de mi proyecto de fin de carrera. Quizás suene demasiado rimbombante, pero es que resulta  un poco complicado resumir en un simple título un hecho poco común, y es, que el ordenador juegue él sólo o contra si mismo y que lo haga de la mejor forma posible... al leer esto seguro que a más de uno  le han venido estas imágenes a la cabeza.

Puede que el termino "no humanos"  no sea el más correcto, ya que resulta bastante ambiguo, pero es el que me pareció más  aproximado a lo que quería expresar. En un principio iba a llamarse Inteligencia Computacional de NPCs, pero el significado de NPC suele referirse a personaje no jugador  y creo que resultaba erróneo, ya que, en este caso, si hay un personaje que juega, el ordenador.

La Inteligencia Computacional es una rama de la Inteligencia Artificial que combina elementos de aprendizaje, adaptación, evolución y lógica difusa para crear programas que son, en cierto sentido, inteligentes. Las investigaciones sobre inteligencia computacional no rechazan los métodos estadísticos, pero cuando los emplean, suelen ser vistos desde un ángulo diferente (como es el caso de la lógica difusa). Las principales ramas que componen la inteligencia computacional son:

  • Redes Neuronales.
  • Sistemas Difusos.
  • Computación evolutiva, incluyendo algoritmos genéticos y programación genética.
  • Inteligencia de Enjambre.

En el ámbito académico y científico existen multitud de grupos de investigación y se celebran cada año varios congresos enfocados (parcial o totalmente) a la aplicación de la Inteligencia Computacional en Juegos, como son el IEEE World Congress on Computational Intelligence, el IEEE Congress on Evolutionary Computation, o el IEEE Symposium on Computational Intelligence and Games. En el marco de estas investigaciones se encuentra una serie de competiciones que proporcionan una oportunidad ideal para poner a prueba arquitecturas y algoritmos y compararlos con los de otros investigadores de todo el mundo. Competiciones típicas en este tipo de congresos son la sustitución del jugador humano por otro controlado por una inteligencia artificial en juegos como Ms. Pac-Man, Othello simuladores de carreras de coches, etc. Es a raíz de estas tipo de competiciones donde surgió la inspiración de mi director de proyecto, quien me propuso esta  traca para poner punto y final a mi paso por la universidad.

El objetivo de mi proyecto consiste en aplicar diferentes técnicas de inteligencia computacional (o hibridaciones de las mismas) que doten de inteligencia a un jugador controlado por el ordenador para que este consiga alcanzar el mejor resultado en uno o varios juegos. La intención es empezar con técnicas sencillas como es la implementación de maquinas de estado que controlen el comportamiento del jugador, para un posterior refinamiento y mejora a través de técnicas más complejas como puede ser la implementación de algoritmos genéticos.

Bueno, pues aquí concluye la presentación. Mi intención es ir desglosando poco a poco los avances que vaya llevando a cabo. Por ahora no puedo contar mucho más, ya que, básicamente acabo de empezar.

lunes, 2 de febrero de 2009

¡Maldito, maldito creador!

Descansemos; una pesadilla puede envenenar nuestro sueño.
Despertamos; un pensamiento errante nos empaña el día.
Sentimos, concebimos o razonamos; reímos o lloramos.
Abrazamos una tristeza querida o desechamos nuestra pena;
Todo es igual; pues ya sea alegría o dolor,
El sendero por el que se alejara está abierto,
El ayer del hombre no será jamás igual a su mañana.
¡Nada es duradero salvo la mutabilidad!

Era casi mediodía cuando llegué a la cima. Permanecí un rato sentado en la roca que dominaba aquel mar de hielo. La neblina lo envolvía, al igual que a los montes circundantes. De pronto, una brisa disipó las nubes y descendí al glaciar. La superficie es muy irregular, levantándose y hundiéndose como las olas de un mar tormentoso, y está surcada por profundas grietas. Este campo de hielo tiene casi una legua de anchura, y tardé cerca de dos horas en atravesarlo. La montaña del otro extremo es una roca desnuda y escarpada. Desde donde me encontraba, Montanvert se alzaba justo enfrente, a una legua, y por encima de él se levantaba el Mont Blanc, en su tremenda majestuosidad. Permanecí en un entrante de la roca admirando la impresionante escena. El mar, o mejor dicho: el inmenso rio de hielo, serpenteaba por entre sus circundantes montañas, cuyas altivas cimas dominaban el grandioso abismo. Traspasando las nubes, las heladas y relucientes cumbres brillaban al sol. Mi corazón, repleto hasta entonces de tristeza, se hinchó de gozo y exclamé:

- Espíritus errantes, si en verdad existís y no descansáis en vuestro estrechos lechos, concededme esta pequeña felicidad, o llevadme con vosotros como compañero vuestro, lejos de goces de la vida.

No bien hube pronunciado estas palabras, cuando vi en la distancia la figura de un hombre que avanzaba hacia mi a una velocidad sobrehumana saltando sobre las grietas del hielo, por las que yo había caminado con cautela. A medida que se acercaba, su estatura, su estatura parecía sobrepasar la de un hombre. Temblé, se me nubló la vista y me sentí desfallecer; pero el frío aire de las montañas pronto me reanimó. Comprobé cuando la figura estuvo cerca -odiada y aborrecida visión-, que era el engendro que había creado. Temblé de ira y horror, y resolví aguardarlo y trabar con él un combate mortal. Se acercó, su rostro reflejaba una mezcla de amargura, desdén y maldad, y su diabólica fealdad hacían imposible el mirarlo, pero apenas me fijé en esto. La ira y el odio me habían enmudecido, y me recuperé tan sólo para lanzarle las más furiosas expresiones de desprecio y repulsión.

- Demonio -grité-, ¿osas acercarte? ¿No temes que desate sobre ti mi terrible venganza? Aléjate, ¡insecto despreciable! Mas no, ¡detente! ¡Quisiera pisotearte hasta convertirte en polvo, si con ello, con la abolición de tu miserable existencia, pudiera devolverles la vida a aquellos que tan diabólicamente has asesinado!

- Esperaba este recibimiento -dijo el demoníaco ser-. Todos los hombres odian a los desgraciados. ¡Cuánto, pues, se me debe odiar a mí que soy el más infeliz de los seres vivientes! Sin embargo, vos, creador mío, me detestáis y me despreciáis, a mí, vuestra criatura, a quien estáis unidos por lazos que sólo la aniquilación de uno de nosotros romperán. Os proponéis matarme. ¿Cómo os atrevéis a jugar así con la vida? Cumplid vuestras obligaciones para conmigo, y yo cumpliré las mías para con vos y el resto de la humanidad. Si aceptáis mis condiciones, os dejaré a vos y a ellos; pero si rehusáis, llenaré hasta saciarlo el buche de la muerte con la sangre de tus amigos.

- ¡Aborrecible monstruo!, ¡demonio infame!, los tormentos del infierno son un castigo demasiado suave para tus crímenes. ¡Diablo inmundo!, me reprochas haberte creado; acércate, y déjame apagar la llama que con tanta imprudencia encendí.

Mi cólera no tenía límites; salté sobre él, impulsado por todo lo que puede inducir un ser a matar a otro. Me esquivó fácilmente y dijo:

- ¡Serenaos! Os ruego me escuchéis antes de dar rienda suelta a vuestro odio. ¿Acaso no he sufrido bastante que buscáis aumentar mi miseria? Amo la vida, aunque sólo sea una sucesión de angustias, y la defenderé. Recordad: me habéis hecho más fuerte que vos; mi estatura es superior y mis miembros más vigorosos. Pero no me dejaré arrastrar a la lucha contra vos. Soy vuestra obra, y seré dócil y sumiso para con mi rey y señor, pues lo sois por ley natural. Pero debéis asumir vuestros deberes, los cuales me adeudáis. Oh Frankenstein, no seáis ecuánime con todos los demás y os ensañéis sólo conmigo, que soy el que más merece vuestra justicia e incluso vuestra clemencia y afecto. Recordad que soy vuestra criatura. Debía ser vuestro Adán, pero soy más bien el ángel caído a quien negáis toda dicha. Doquiera que mire, veo felicidad de la cual sólo yo estoy irrevocablemente excluido. Yo era bueno y cariñoso; el sufrimiento me ha envilecido. Concédeme la felicidad, y volveré a ser virtuoso.

- ¡Aparta! No te escucharé. No puede haber entendimiento entre tu y yo; somos enemigos. Apártate, o midamos nuestras fuerzas en una lucha en la que sucumba uno de los dos.

- ¿Cómo podré conmoveros?; ¿no conseguirán mis suplicas que os apiadéis de vuestra criatura, que suplica vuestra compasión y bondad? Creedme, Frankenstein: yo era bueno; mi espíritu estaba lleno de amor y humanidad, pero estoy solo, horriblemente solo. Vos, mi creador, me odiáis. ¿Qué puedo esperar de aquellos que no me deben nada? Me odian y me rechazan.

Frankenstein o, El Moderno Prometeo.

Mary W. Shelley